Julio Ríos
DANIELA DEL URUGUAY A BOLIVIA
Daniela Domínguez Martilotti, nació en Montevideo, Uruguay, el 16 de noviembre de 1972 y por esas casualidades del destino, provocadas por el exilio político, su padre buscó refugio en Bolivia. Arribó al país con apenas dos años de edad. Ubicados ya en el país boliviano, decidieron como domicilio la ciudad de Tarija. Sus años de colegio los ganó en la “chura”, su tierra chapaca y en donde se sintió afectivamente ser parte de su entorno.
Daniela es una mujer muy hermosa: Tiene unos ojos que son como dos lagos de agua cristalina: Agua que llama. Agua que moja, agua que inunda. Agua que ahoga. Ese rostro bien parecido y esa presencia de físico muy atractivo, la llevó en una primera época a incursionar en el apasionante mundo del modelaje. Su primera conquista fue ser Miss Tarija a sus 17 años, trampolín que le abrió más posibilidades a consecuencia de ser definitivamente una mujer bellísima. Aptitudes propias de la belleza, la inteligencia y otras virtudes, le llevaron a ganar el Miss Bolivia. Conocida en ese mundo que vincula al exterior del país, tuvo la coyuntura de representar a nuestro país en varios concursos internacionales.
Las puertas, entonces, se abrieron de par en par. Ingresó a la televisión presentando noticias y participó de diferentes programas. El ciclo de belleza culminó y sus aspiraciones deseaban un norte de seguir una carrera profesional, eligiendo ciencias políticas.
Siempre le agradó la lectura y gracias a la autoformación que los libros ofrecen, en uno de ellos, halló un decidido impactó, para estudiar psicología, y es así que desarrolló este increíble suceso de indagar por las experiencias, vivencias, conciencia, inconsciencia, traumas, y cuanto entraña este título.
Otro cambio en su carrera para conquistar otra profesión se produjo por su interés en el coaching ontológico. Tomó los cursos y encontró un complemento perfecto con la psicología, mezclando el agregado del kabbalah que es otra de sus pasiones en los terrenos metafísicos y esotéricos.
¿Y el arte? Ya existía un talento en ciernes y desde muy chiquita. Le gustaba dibujar, cantar, actuar, bailar, todo aquello que signifique arte. Siempre fue muy versátil, desenvuelta y poseedora de una personalidad fuerte que le provocaba expresarse en todo lo que hacía y aprendía. Conociendo el itinerario familiar Domínguez-Martilotti, asomo genéticamente un ejemplo de dignidad vocacional de su Madre. No la conoció por las vicisitudes de la vida a la que Dios llamó prematuramente.
Sin embargo, supo que ella pintaba hermoso y era muy hábil con todo lo que hacía. Hoy un legado recogido por Daniela. Hace un par de años que sus hijas empezaron a volar más en edad, solicitando en el plano familiar un replanteamiento en Daniela. Se puso vigente el arte, de pintar con arte, de conectarse con el examen sagaz de la conciencia creadora en que ella modificó su vida, y ahora dedica todo ese tiempo que era de ellas.
Toda esta experiencia le permitió indagar en una seria decisión con la pintura. Así se inició un nuevo reto que la realizó en su espíritu, en su alma, en su corazón, en su mente y en su estirpe. Hoy el arte plástico es su vida y su actividad profesional definitiva. Pinta todos los días, vacaciones incluidas, viajes también donde su principal valija transporta sus pinceles.
La antesala a su arte fue compenetrarse de la sencillez que reviste la acuarela. Comenzó con retratos que primero eran copiados del internet, y más adelante de familiares. El resultado es que se transformó en una profesional con mucha demanda. Daniela recibe encargos que le solicitan participar de un retrato. El público, el cliente no le es muchas veces conocido, habida cuenta que la referencia nace de lo que su obra transmite y se da a conocer meteóricamente atendiendo clientes. Su pintura, entonces, aporta a llenar el alma de las personas al verse plasmadas en un retrato sobre el lienzo.
Hoy trabaja asesorada por un destacado Maestro en óleo que la está orientando en sus técnicas con algunos resultados que permiten vaticinar más logros que provocarán a Daniela, diversificar técnicas y ampliar sus acciones pictóricas rumbo a mayores éxitos.
Daniela, al consolidar su obra y provocar mayor impacto, decidió posicionar su firma en los cuadros. Ahora lo hace con el apellido de su Madre, Martilotti, y ya la mayoría de sus nuevos cuadros registran esta nueva determinación que sustituye a la firma Daniela Domínguez.
Cuando parece que la vida imita al arte, es porque el arte ha logrado anunciar la vida. Siguiendo el cauce de esta idea se puede vislumbrar con claridad el sentido primordial de la obra pictórica de esta artista expresándose así: El arte de Daniela Domínguez Martilotti, anuncia la vida.
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