Julio Ríos:
Sandra Domínguez Martilotti, nació el 12 de julio de 1962 en Montevideo, Uruguay. ¡Qué coincidencia! Yo también nací un 12 de julio; lo que no recuerdo es que año… Nació Sandra bajo el signo de Cáncer, astronómicamente la constelación del cangrejo y la constelación de la Hidra que están relacionadas con uno de los doce trabajos del Hércules, a quien recompensó por sus esfuerzos esta diosa y formó las constelaciones del Cangrejo y la Hidra en el cielo.
Sandra ostenta tener la doble nacionalidad uruguaya, boliviana. Desde muy pequeña, habida cuenta del exilio de su Señor Padre, que en épocas de dictadura en el Uruguay, tuvo que exiliarse en Tarija, Bolivia. Para tomar lo bueno de la circunstancia es que ese exilio fue nada más y nada menos que en la Chura Tarija.
Pero Sandra para llegar a Tarija, desde Montevideo tuvo que atravesar por un ritual que la topografía de su barrio imponía: por las ironías de la vida habitaba con su familia en la calle Cochabamba del Barrio Flor de Maroñas, cerca del barrio Unión (8 de Octubre), continuación de la avenida 18 de julio, cerca de la cancha del club Danubio “el club de Sandra”, desde una casa que a todo pulmón la construyeron su padres. De allí salió la familia rumbo a Bolivia, dejando en el recuerdo al gran equipo de fútbol en el que jugaron Piñeira y Caranni.
Su domicilio perpetuo, aunque estuvo ausente por años debido a su actividad diplomática, fue siempre Tarija, donde hoy reside con sus tres grandes amores, sus hijos Matías, Lucía y Florencia.
En relación al arte pictórico, de la que es una importante representante del arte plástico en Bolivia, estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de la República Oriental del Uruguay en Montevideo y otros estudios, gracias también a su versatilidad en todo terreno.
Hoy por fin su espacio principal y su actividad diaria es la de pintar, y como artista ya está consagrada gracias a su estilo y su incursión en la corriente “naive”.
Sandra, con su obra, mira con ojos nuevos, lo que el resto de la gente observa con vista cansada y atufada por la sobrevivencia de existir. Ella está perdidamente enamorada de los detalles que imponen sus personajes que ganan el lienzo y se vuelven cuadros y todos nos embelesamos con ellos, merced a la temática y el estilo “naive”, tan avasallador, tan penetrante, por el “carisma material” y la posibilidad de un comercio de menudeo.
Sandra es una mujer poseedora de una extraordinaria sensibilidad, sentimiento, talento, romanticismo, perseverancia y sacrificio. Rostro bien parecido, propio de una mujer hermosa, permite hablar con sus ojos profundos, verdes de menta, diáfanos y alegres, junto a una bellísima sonrisa contagiosa que le da un ícono de alegría y un espíritu amoroso y carismático.
@SandraDominguezMartilottiArt